martes, 30 de enero de 2024

OTOÑO EN EL PARQUE NACIONAL DE ORDESA

 


Casi cuarenta años visitando el P. N. de Ordesa y Monte Perdido y siempre en verano. Algunas veces lo vimos fresco, con mucha agua y la floración esplendorosa. La última vez, en julio de 2019, pasamos calor y tuvimos la sensación de que algo estaba cambiando. Ahora, sin la esclavitud del trabajo podemos visitarlo a finales de octubre y ya se ven las primeras nieves sobre las cotas altas.


Llevaban un principio de otoño seco y caluroso, pero en estas fechas cambió el signo y empezó a llover de forma insistente, sobre todo por la noche, lo que nos permitió realizar algunas excursiones y apreciar los colores del otoño. 



Comenzamos el sendero principal, poniendo a prueba nuestra forma física.


Nos vamos asomando a los miradores de las sucesivas cascadas.


Una placa recuerda el punto en el que atravesamos el meridiano de Greeenwiche. Antes teníamos longitud Oeste y a partir de este punto, Este.




Las laderas con hayas van cambiando sus colores.



Llegamos a las gradas de Soaso.


Al llegar al circo de Soaso se muestran las cumbres del macizo calcáreo, con el Monte Perdido al fondo ya teñido de nieve.








El Cilindro de Góriz.








El segundo día subimos por el arroyo de Cotatuero que baja esplendoroso y con gran fuerza. Las lluvias de estos días han subido el caudal, en el deshielo de la primavera debe ser algo así.



Un jovencito acebo pone su nota de color verde brillante.



Después de subir un rato por el arroyo de Cotatuero, emprendemos el descenso por el camino de Turieto hasta llegar al puente de la Ereta, más abajo del puente de los Navarros, donde hemos dejado el coche.



El hayedo está espléndido en esta parte del camino.





Ahora tenemos una buena perspectiva del arroyo y del circo de Cotatuero, por donde estuvimos andando al principio de la mañana.






Seguimos el río Arazas abajo con una buena vista del valle de Otal.




Pocas veces salgo en las fotos, pero hoy tocaba retratarse junto a una de las bonitas cascadas.



Cuando el camino empieza a girar hacia Torla, desaparecen las hayas y empiezan a verse los quejigos, arces y pinos silvestres.



En algún tronco se ven interesantes setas. La descomposición de la madera ha comenzado.






En Torla sigue lloviendo toda la noche. Esperemos que el invierno sea generoso en nieves y que podamos volver en primavera.



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