Teníamos una deuda pendiente con el Pirineo catalàn y después de una visita al valle de Benasque (de nuevo), cruzamos hasta el valle de Aràn, subimos el puerto de la Bonaigua y a Espot unos días. En la primera subida hasta el Parque Nacional se encuentra el estany (así se llaman en catalán los lagos de montaña) de San Maurici, aunque más bien se trata de un embalse con aprovechamiento hidroeléctrico, lo cual produjo roces y dudas hace unos años sobre si debía ser tener la categoría de Parque Nacional.
Pero bueno, en el momento que se empieza a bordear y a subir en dirección a los lagos de La Ratera la belleza de la alta montaña se impone a consideraciones legales.
Una ruta clásica del Parque es la subida al refugio y lagos de Amitges, que se puede hacer por una pista, por la que transitan los 4X4 del parque o por el lago de Obagues, más larga, pero más bonita.
Desde el refugio de Amitges, se ven las famosas "agujas".
La Gentiana burseri (muy parecida a la G. lutea pero totalmente distintas a las gentianas azules: nivalis, acaule y alpina)
Aquí la vemos luciendo su alto porte (sobrepasa los 50 cm.) junto a un estany.
En los sitios donde la vegetación se remansa aparecen las turberas y sobre las almohadillas de musgos florece Saxifraga stellaris. Generalmente va acompañada de interesantes verónicas y de una pequeña especie de Epilobium.
Nos desviamos por la subida al coll de Ratera para poder ver el piso alpino. Los pinos negros van desapareciendo y aparecen comunidades de plantas alpinas, como la espectacular Saxifraga aquatica, que forma grandes masas tupidas en torno a los cursos de agua;
Mirando hacia atrás, todavía vemos loa dos picos de Els Encantants, emblema del parque y donde comenzamos la excursión:
Otra ruta muy interesante por el parque es la subida al lago de Monestero, por la otra orilla de San Maurici. Es una subida corta, por un espectacular abetal primero, y después por el pinar de P. uncinata:
El pinar de pino negro (Pinus uncinata) no es un bosque muy cerrado y el sotobosque suele estar tapizado de arándanos y de rododendros. Estos últimos florecen a principios de verano por lo que solo se pueden ver algunas de sus flores en sitios altos y resguardados. Es una azalea (de la familia de las ericáceas, junto a brezos y madroños) no muy alta con las hojas teñidas levemente de un tono rojizo que le dan nombre: Rhododendron ferrugineum. En la península ibérica solo crecen rododendros en los Pirineos (el ferruginoso de la foto) y en algunos valles encajados ("canutos" los llaman) del Parque Natural de Los Alcornocales, en la provincia de Cádiz y Málaga. El rododendro bético es mucho más alto, con las hojas y las flores más grandes.
Un ajo estaba empezando a florecer entre los grandes bloques de la orilla del estany de Monestero con su característico olor: Allium schoenoprasum.
Todo el recorrido se hace junto al arroyo del mismo nombre.
Un saltamontes de metálicos dorados.
Campanula speciosa
Sorbus aucuparia (Serval de los cazadores) con sus hojas teñidas de un hongo rojo y en floración en la siguiente.
Gentiana acaulis
Paradisea liliastrum
Thalyctrum aquilegifolium: curiosa ranunculácea en la que son los estambres los que ponen el color y no los pétalos que apenas son visibles.
Silene acaule, llamada "musgo florido" porque es una planta de muy poco porte, con las hojas y tallos pegados al suelo. vive en grietas de rocas por encima de 2.400 metros.
Daphne cneorum (torvisco pirenaico), no tiene el porte del torvisco mediterráneo, pero como todas las plantas de climas rigurosos crece con muy poca altura. Crece en el pino alpino, donde la nieve acaba de derretirse.
Primula integrifolia: florece en los prados altos cuando se acaba de fundir la nieve, por eso la podemos ver en pleno mes de julio. Las demás prímulas florecen en primavera en los bosques caducifolios antes de que los árboles saquen sus nuevas hojas.
Lilium pyrenaicum (azucena pirenaica)
Ranunculus pirenaicus: entre los últimos manchones de nieve cuando el pastizal todavía no se ha recuperado del invierno ya brota este ranúnculo.
También se ven muchos ejemplares de abedules con su característica corteza blanca y sus hojas triangulares caídas (Betula pendula). Es un árbol colonizador, bien de los claros del bosque, bien de laderas arrasadas por aludes. En Cerler también coloniza los depósitos de escorias procedentes de la mina de hierro abandonada, en la que todavía se pueden encontrar algunos cubos de pirita interesantes.
Otra bonita excursión es subir al Coll de Fogueruix por un pista cercana a Jou, un pueblecito con una iglesia románica muy original y con un cierto parecido a las del valle de Boí.
En el coll hay un refugio con una bonita fuente. Allí echamos un buen rato buscando un helecho (Botrychium lunaria) que un agente del parque me había asegurado que podría encontrar. Nada de nada.
Eso sí: la psicodélica siempreviva.
Para terminar, una visita al impresionante abetal de la Mata de Valencia D,Aneu, junto al puerto de la Bonaigua. Nos cautivó el aspecto oscuro y umbroso de este bosque. Subimos por el valle de Cabanes y dejamos para otro año su estudio más profundo.
Y como tantas veces ocurre, no encontramos el helecho de la mañana, pero sí que apareció un nuevo género que no conocía: Gimnocarpium. Espero que con una buena foto pueda determinar en casa la especie de que se trata.
Y terminamos con una bonita seta.