En 1837 el suizo Edmond Boissier visitó Andalucía y realizó una excelente descripción botánica de sus montañas. En una de sus etapas hizo parada en Gibraltar y descubrió en la parte más abrupta del peñón esta planta, a la que conocía con el nombre de Statice emarginata. Ignoro donde había sabido de esta planta, aunque conocía los trabajos botánicos de malagueños como Haenseler (precisamente sus citas le llevaron a clasificar el pinsapo como un abeto) y podemos suponer que ya era conocida. Cuenta en su "Viaje botánico al sur de España" que .. "el pie de la roca estaba tapizado por una multitud de bellas plantas y entre ellas descubrí unas gruesas matas de la elegante Statice emarginata que empezaba a florecer pero que desgraciadamente crecía fuera de mi alcance. No obstante pude recoger algunas muestras trepando por la roca a una distancia de unos veinte pies, provocando la alarma de un centinela que vino corriendo al imaginarse que iba a tomar la fortaleza por asalto y se tranquilizó sobre mis intenciones cuando vio mi pase".
En un principio fue considerada como endémica del Peñón, pero después se comprobó su presencia en los acantilados entre Algeciras y Punta Caraminal por el norte y próxima a Ceuta por el sur. Aunque es una planta de distribución muy localizada, sus poblaciones son bastante numerosas, y está clasificada como Especie Vulnerable en la Lista Roja de la Flora Amenazada de Andalucía. Sus principales amenazas son la ocupación del litoral y las especies vegetales colonizadoras como Carpobrotus que invade las rocas donde crece esta planta y la ahoga.
En un principio fue considerada como endémica del Peñón, pero después se comprobó su presencia en los acantilados entre Algeciras y Punta Caraminal por el norte y próxima a Ceuta por el sur. Aunque es una planta de distribución muy localizada, sus poblaciones son bastante numerosas, y está clasificada como Especie Vulnerable en la Lista Roja de la Flora Amenazada de Andalucía. Sus principales amenazas son la ocupación del litoral y las especies vegetales colonizadoras como Carpobrotus que invade las rocas donde crece esta planta y la ahoga.
Sus hojas forman unas cepas perennes de hasta 50 cm de diámetro de las que salen unos tallos ascendentes con numerosas espiguitas de flores rojas-viláceas.